Historia

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Millanes de la Mata, que debe su nombre a un pasado agropecuario, ofrece a sus 200 vecinos una vida entre la tranquilidad de un entorno que invita al sosiego y vestigios de una historia que aún está por descubrir.

"Cada sitio tiene su encanto, hay que saber descubrirlo". Esta consigna nos acompaña en la visita a Millanes de la Mata, población situada en un rincón del Campo Arañuelo y llena de rincones que a su vez que invitan al sosiego y a la tranquilidad. Como ocurre en muchas localidades de la zona, lo más atractivo para la vista son los paisajes, los entornos y las panorámicas. Los canchales, junto con las encinas y las retamas se tornan como signo de orgullo, de identificación y de riqueza. La dehesa dignifica la vida en Millanes.

Buscamos los orígenes del pueblo en el que ahora viven unas 200 personas pero que a mediados del mes de agosto casi triplicó su población. Hay restos romanos, nos descubren, pero se los han llevado a Cáceres y a Mérida. En el cartel informativo que anuncia y explica la ruta senderista ‘Montecillo', que se extiende de manera circular por unos cinco kilómetros, se puede ver un recuerdo de los curiosos mosaicos geométricos romanos que anidaron aquí. Damos un salto en la historia y llegamos a la Edad Media, porque recientemente se han encontrado en el término municipal de Millanes restos visigodos, población medieval de la que apenas se tenía constancia. Y llegamos a la época de la conquista de América: "Recuerdo a las gentes de Extremadura y en especial a los hombres y mujeres de Millanes que participaron en la empresa de las Indias", recoge el escrito que preside la casa consistorial.

 

El resto de historia la encontramos en las piedras de la villa. En antiguas casas y corrales que luchan contra el paso del tiempo y la inoperancia y dejadez humana para mantener su identidad. Y la de su pueblo. En una de ellas se puede leer, con dificultad, la fecha de 1831. También su fachada muestra orgullosa una cruz en relieve que sobresale y atrapa la mirada. Parada obligada.

La calle que lleva al ayuntamiento y a la parroquia de San Francisco de Asís, el patrón, y desde la que se divisa el callejón de Santa Antonia, donde lucen los Arcos Santos del Carmen, una de las postales típicas de Millanes. La arquitectura popular cobija las callejuelas que trazan la desigual distribución de las calles y recovecos millanejos. Las plazas no tienen cabida en este pequeño laberinto. La escasa holgura aparece junto a la iglesia, que data del siglo XVI, es de estilo renacentista de mampostería y carece de grandes alardes decorativos y ornamentales. El mayor desahogo se encuentra junto a la Fuente de los Caños, lugar de encuentro de antaño para las mujeres a la hora de lavar la ropa, la siesta habitualmente.

Las piedras nos trasladan de nuevo a la dehesa boyal, paisaje bucólico incluso en verano. Allí otras pilas de lavar la ropa recuerdan la vida de antaño, al igual que otras destinadas a dar de beber al ganado. A lo lejos, pero como si estuviera al lado, sobresale la Sierra de Gredos, abrigo del Arañuelo.